Montar un musical requiere de una gran cantidad de trabajo. Desde actores hasta publicidad, pasando por audio, iluminación y vestuario, cada área requiere de personal especializado que sea capaz de hacer que la ejecución final sea fluida y exitosa. Tal es el caso de Peter Pan, producción que, además de revivir la clásica película de Disney, se enfrenta al gran reto de efectuar escenas de vuelo y efectos especiales de la manera más espontánea posible para regalarle al público 120 minutos en el tan anhelado país de Nunca Jamás.
Para entender como es que lo anterior sucede, tomamos un recorrido por el backstage de la producción, guiados por el stage manager. Empezamos en el cuarto de pelucas, que son un elemento crucial para la caracterización de los personajes. Debido al movimiento que realizan los actores durante su tiempo en escena, es muy importante que el peinado de la peluca no se deshaga o despeine, por lo que éstas se meten en un horno alrededor de siete horas para después acomodarlas en las cabezas de los actores.
A pesar de que hay una maquillista para ayudar a la caracterización de personajes, todos los actores, a excepción de los niños más pequeños, han aprendido a maquillarse solos, por lo que no se necesitan a muchas personas en esa área. Otro aspecto bastante interesante es que todo el maquillaje que se vaya necesitando es provisto por MAC a cambio de publicidad impresa en los programas de mano del musical. Lo anterior es una parte muy importante de la financiación de la obra, ya que Ocesa, aún siendo una compañía con bastantes recursos, no podría hacer toda la inversión y la producción no sería un negocio. Otros patrocinadores son Ciel, Telmex y Banamex.
Proseguimos al cuarto en donde se acomodan y conectan los micrófonos de los actores a las bocinas del teatro. Estos son muy pequeños y se colocan en la frente por ser el mejor lugar para captar el sonido de la voz, no en la mejilla o en el pecho, como se acostumbra en algunas obras. Aunque los actores prueban sus micrófonos antes de salir a función, hay una persona que se queda en la cabina controlando los volúmenes de las voces y que está pendiente de cualquier falla que se pueda dar, comunicándose a través de un chat con las personas controlando las demás consolas.
La parte que considero más impresionante de la producción es el sistema de vuelos que se maneja. Éste consiste en una serie de poleas de varias cuerdas que son operadas a mano durante todo el tiempo que el actor que trae el arnés puesto está en el escenario. Hay distintos tipos de cuerdas que permiten mover de manera más efectiva al actor, dependiendo de que tan rápida se desee la elevación y el desplazamiento. Los arneses tienen un precio de dos mil dólares y se cuentan con cuatro en total, pues ese es el número más grande de personas volando simultáneamente. Estos se aseguran en la pelvis y en la espalda y después a los cables de las poleas a través de orificios a los lados del vestuario. Para poder manejarlos de la mejor manera posible y no provocar que los actores se atoren, se trajo a Paul Rubin, diseñador de vuelos para musicales de Broadway como Wicked y Peter Pan, para que realizara las coreografías de vuelo, lo cual tardó, solo en montarse, cinco semanas.
Además de los vuelos, la escenografía juega un papel importante en la creación de la atmósfera de la obra. El barco de Garfio, la habitación de Wendy y la guarida de Peter son los principales lugares en donde se desenvuelve la historia. Todos fueron fabricados en los talleres de producción y son movidos por los técnicos que se encuentran detrás del escenario hasta unos rieles que los acomodan automáticamente dentro del escenario. También, para simular el agua, hay unos fragmentos de pantallas y luces que se levantan del piso del escenario, creando diferentes dimensiones y haciendo que el agua y el nado de las sirenas o la proyección de Campanita se vea bien logrado.
Siguiendo la intención de utilizar a la menor cantidad de personas posible, la orquesta está formada por ocho músicos en total. La música principal es en vivo, pero hay sonidos y efectos previamente grabados por los mismos músicos, que también les sirven de guía en las funciones.
El personaje de Peter Pan es interpretado por Lola Cortes. Al principio podría parecer un poco extraño y fuera de lugar que una mujer haga el papel de un niño, pero la verdad es que lo hace de manera excelsa. La preparación invertida en todos los aspectos del personaje es bastante clara y digna de apreciación. Sus movimientos están perfectamente caracterizados como los de un niño y su voz, al cantar y hablar, suena igual durante toda la obra. A pesar de no ser muy joven, Lola se ve tremendamente atlética al volar y moverse en el arnés, ya que, además de todo, hay partes de la obra en las que está cantando mientras está moviéndose de cabeza. Físicamente, se prepara con la atuendo verde y las botas que son particulares del personaje, además de una peluca de cabello castaño claro y corto. Su maquillaje facial es como el que se necesita para destacar todos los rasgos ante el público y tiene manchas cafés en los brazos y piernas que hacen que se marquen los músculos de manera un tanto masculina.
Es grato ver que el teatro mexicano cuente con las herramientas para dar un espectáculo entretenido y lleno de preparación. Esta no es una producción como cualquier otra porque tiene el deber de crear un mundo ficticio en un escenario, en donde volar, nadar, saltar de un barco o ver a un cocodrilo no sea algo fuera de lo común. Peter Pan logra lo anterior de manera peculiar, presentado algo que no se había visto antes en México y que ha sido muy bien recibido.
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